Ana era como muchos de nosotros. Cada mes, cuando llegaba la factura de la luz, se llevaba las manos a la cabeza. Por más que intentaba ser cuidadosa apagando luces y usando los electrodomésticos de manera eficiente, el importe seguía subiendo. Tras investigar un poco, decidió implementar algunos cambios que marcaron una gran diferencia. Decidió tomar el control. Y vaya si lo logró.
Cambiar para ahorrar. Lo primero que hizo Ana fue revisar sus electrodomésticos. Su nevera y su lavadora, aunque todavía funcionaban, eran verdaderos devoradores de energía. Sin pensarlo dos veces, invirtió en modelos de clase A+++ y el cambio fue inmediato. También renovó todas las bombillas de su casa por LED. ¿Resultado? Menos consumo y más ahorro.

Ajustar la tarifa eléctrica. Descubrir que existía una tarifa con discriminación horaria fue un antes y un después. Le ayudamos a contratar una tarifa con discriminación horaria una que le permita aprovechar las horas valle, cuando la electricidad es más barata. Desde entonces, programar la lavadora y el lavavajillas por la noche se convirtió en una costumbre… y su factura comenzó a bajar.

Energía solar al rescate. Ana no se detuvo ahí. Investigando un poco más, descubrió que podía instalar un pequeño sistema de paneles solares en su terraza. Aunque no podía cubrir todo su consumo, generar parte de su propia energía le ayudó a reducir aún más su dependencia de la red eléctrica.