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En Precios y Casa sabemos que las casas son para vivirlas, pero nada interrumpe más la rutina que un frigorífico averiado. Un día todo va bien, y al siguiente, el helado se derrite y la leche huele raro. ¿Merece la pena repararlo o es mejor invertir en uno nuevo?
No enfría bien o enfría demasiado.
Verifica que el termostato esté bien ajustado.
Revisa las salidas de aire, pueden estar bloqueadas por la comida.
Si el problema persiste, el gas refrigerante podría estar en niveles bajos.
Hace ruidos extraños.
Algunos ruidos son normales, pero si suenan más de lo habitual, revisa el ventilador o el compresor.
Asegúrate de que el frigorífico esté nivelado y bien apoyado.
Pierde agua o se forma hielo en exceso.
La bandeja de drenaje podría estar llena o la goma de la puerta desgastada.
Si hay hielo acumulado en el fondo, el problema puede estar en el sistema de descongelado.
No enciende o se apaga solo.
Comprueba el enchufe y la toma de corriente.
Si sigue sin funcionar, la placa electrónica o el compresor podrían dañarse.
Pero… Cuando se rompe, ¿es mejor reparar o comprar una nueva? Aquí es donde entra el dilema existencial del hogar. ¿Vale la pena reparar o mejor estrenamos electrodoméstico?
Algunas averías tienen una solución sencilla y económica, otras cuestan casi lo mismo que un frigorífico nuevo. Te mostramos una tabla que te ayudará a decidir sin dramas.
Si su frigorífico tiene menos de 10 años, la reparación suele ser rentable. Si tiene más de 12 años y la avería es cara, quizás sea mejor cambiarlo por uno más eficiente.
Consejo patrocinado por David Muñoz: Limpia regularmente la parte trasera del frigorífico y revisa las gomas de las puertas. Un pequeño mantenimiento puede ahorrarte una gran avería.